Relato tercero.
Alzo la cabeza y la lluvia comenzó a acariciar su rostro, aun así no conseguía disimular las lagrimas que salían de sus ojos, tan hermosas pero tan tristes, capaces de enmudecer al mar, no llegaba a entender el porque, que había hecho ella para merecer tal desdicha pues aquello a lo que mas amaba ya no le importaba, era como si una tormenta de arena hubiera cubierto su corazón de incertidumbre, como el que libera a un ave herida para que regrese a su hábitat, el cariño que sentía había desaparecido pero aun así no podía dejar de estar triste y entre sollozos se juro que nunca mas escucharía a su corazón.
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